Los valores son los instrumentos que se negocian en los mercados. Pero también son las cualidades o bienes que convierten al mercado en algo estimable. La transparencia, la lealtad y la integridad son elementos esenciales del mercado. Sin valores el mercado no se sostiene. Carece de valor. Conviene recordarlo en un momento de crisis de valores. Prolifera el oportunismo. La reputación de los bancos está dañada. Sin duda resulta necesario recuperar el buen gobierno de los mercados y de los intermediarios financieros.
La construcción de la Unión de mercados de capitales se inicia en 1977 con la aprobación del Código de conducta europeo relativo a las transacciones referentes a los valores mobiliarios con el fin de garantizar la prioridad de los intereses de los inversores y la transparencia en las operaciones de mercado. En el mercado de crédito hipotecario, la primera pieza de la Unión Bancaria fue el Acuerdo de 2001 relativo al código de conducta voluntario sobre información precontractual en créditos para la adquisición de vivienda.
Con buen criterio se puso delante la conducta a la solvencia. Sin embargo, en la gestión de la crisis las autoridades han olvidado este principio. Se han dedicado a fortalecer la solvencia de los intermediarios dejando de lado los valores que deben presidir la reconstrucción del mercado financiero. Es hora de volver a los inicios. Hay que refundar las finanzas desde la ética y la buena conducta.
Está en la Ley. Las entidades deben “comportarse con diligencia y transparencia en interés de sus clientes, cuidando de tales intereses como si fueran propios”. Se anima a proteger a los clientes más vulnerables con códigos de buenas prácticas. Pero las entidades no siempre cumplen los códigos que voluntariamente han aceptado. Es necesario un cambio de cultura bancaria. Colocar al cliente en el centro del sistema.
