El matrimonio Kazda ahorró durante toda su vida pensando en disfrutar de su jubilación. Russell se retiró hace un año de su trabajo como mecánico por una enfermedad. Junto a Christine, su mujer, profesora de instituto, se pusieron en manos de asesores financieros especializados en jubilación con la intención de invertir de forma conservadora. Los profesionales le instaron a que invirtieran 172.000 dólares de sus ahorros en productos aparentemente de bajo riesgo. Los Kazda desconocían que los asesores financieros estaban embolsándose al menos el 10% en comisiones por la compra de productos de inversión complejos e inapropiados para el perfil del matrimonio. Después de unos años, las pérdidas se han traducido en 125.000 dólares.
Los Kazda no están agobiados económicamente porque no hayan ahorrado lo suficiente, sino porque asumieron con naturalidad que los asesores financieros les aconsejarían actuando bajo el propio interés del cliente. Así relata el matrimonio su historia en un artículo publicado recientemente en The New York Times por el demócrata Tammy Duckworth, quien ha explicado que según los datos publicados por el Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca, los americanos pierden anualmente en ahorros de jubilación 17.000 millones de dólares por mal asesoramiento financiero. “Ahora, la Cámara de Comercio y otros organismos que se benefician del actual sistema están peleando para asegurarse que la gente siga perdiendo su dinero”, se queja el senador demócrata.
Según sostiene Duckworth en su artículo ‘Isn’t Honesty the Best Policy?’, la Cámara de Comercio quiere impedir que los asesores financieros profesionales pasen a obtener la categoría “fiduciaria” que si poseen otras profesiones como los doctores, abogados o contables. Este estándar requiere que los profesionales actúen siempre desde una posición de confianza y en el mejor interés del cliente. Esta condición “fiduciaria” ya está en vigor en países como Holanda, donde los profesionales del sector bancario tienen que realizar un juramento hipocrático donde prometan velar por el interés del cliente. En España surgió a principios de año una iniciativa impulsada por distintos actores de la sociedad civil: Decálogo por el Cambio de Cultura Bancaria, donde profesores universitarios, asociaciones de usuarios financieros y economistas de reconocida trayectoria abogan por impulsar este modelo en defensa del interés del cliente bancario.
“La regla fiduciaria frenaría la venta de productos de inversión deficientes. Es bueno para ambas partes. Se protege a los consumidores de los asesores financieros poco fiables y también a la industria. Ello no solo daría confianza a los americanos en sus asesores, sino que protegería a los brokers honestos frente a los clandestinos”, ha reconocido el representante demócrata.
El Ministerio de Trabajo estadounidense ha trabajado desde 2010 en esta iniciativa que ha sido sometida en diversas ocasiones a consulta pública y que ha contado con la opinión de los líderes de la industria, asociaciones de consumidores y otros expertos. “Pronto el lobby ha comenzado a presionar al Congreso para anular la normativa”, que iba a entrar en vigor a mediados de junio, ha aseverado el demócrata, quien ha acusado al partido republicano, con mayoría en el Senado, de levantar un muro de bloqueo para anular la norma.
Proteger a los mayores del fraude financiero
Si hay un segmento de la población que está sufriendo las consecuencias de este mal asesoramiento financiero, no solo en Estados Unidos, sino también en Europa y especialmente en España, es el de más edad. Los ancianos son un grupo más vulnerable a los fraudes bancarios, debido a que la habilidad para tomar decisiones en cuestiones financieras disminuye con la edad.
Tal y como se recoge en el informe remitido al Senado de Estados Unidos con el nombre ‘Proteger a las personas mayores de América contra el fraude”, las pérdidas por fraude financiero afectaron en el año 2010 a los más mayores en 2.900 millones de dólares aproximadamente, 300 millones de dólares más que en 2009. Otro estudio citado en el texto resalta que la mayoría de víctimas tiene entre 80 y 89 años, viven solas y necesitan ayuda con las actividades diarias. Entre los perpetradores de los fraudes se destaca trabajadores del hogar, familiares… pero también asesores financieros con responsabilidad de velar por los intereses del cliente.
Las devastadoras consecuencias no solo son en términos económicos. Según cita el documento, estas personas se ven en dificultades para poder salir adelante viendo minadas sus capacidades. “Los expertos coinciden en que equipos multidisciplinares de distintos campos como trabajadores sociales, médicos, abogados, enfermeros e industria financiera pueden resolver estos casos complejos, identificando problemas y ampliando la sensibilización sobre estos fraudes”, defiende el texto.
Cáncer y empeoramiento de la salud
Según un estudio publicado en la revista médica The Lancet, la factura que está pasando la crisis económica también afecta a la salud de las personas. Concretamente, dicho artículo asocia con la crisis financiera el fallecimiento por cáncer de 260.000 personas -160.000 en la Unión Europea-.
En España, la Fundación Finsalud se ha percatado de este fenómeno y está desarrollando un estudio científico sobre el impacto que los fraudes bancarios han tenido en la salud de las personas que lo padecen. Según los datos preliminares, recogidos por varios medios de comunicación, Finsalud constata que hasta el 85% de las personas afectadas por las preferentes tienen una salud regular o mala. ¿Existe pues una relación entre perder el dinero en un fraude bancario y la pérdida de calidad de vida o salud? María Victoria Zunzunegui, profesora de la Universidad de Montreal y una de las responsables del estudio asegura que “hay personas que han sufrido infartos de miocardio, accidentes cerebrovasculares, depresiones graves, intentos de suicidio y suicidios consumados. Hemos visto que hay pérdidas de salud física y mental y nuestra hipótesis es que hay un aumento en el riesgo de enfermedades cardiovasculares, cerebrovasculares y metabólicas, mayor incidencia de depresión y crisis de ansiedad, un deterioro de la calidad del sueño y un empeoramiento de la calidad de vida en las personas afectadas por estos fraudes bancarios”.
Como explica otra de las responsables del estudio, Milena Gobbo, aludiendo al caso español, se han vendido productos tóxicos “aprovechando la confianza de las personas. Se ha vulnerado esa relación tan estrecha como la que existe entre médico y paciente”. Es en la confianza donde enfatiza el representante demócrata Tammy Duckworth en su artículo en The New York Times, en defensa de la categoría fiduciaria: “Si el estándar fiduciario es bueno para los médicos o el asesoramiento legal, también sería bueno para los asesores financieros. ¿Por qué no debemos aceptarlo para confiar en que se protegen nuestros ahorros de jubilación?”.
Referencias
‘Isn’t Honesty the Best Policy?’ The New York Times. Por Tammy Duckworth.
Fighting Fraud: U.S. Senate Aging Committee identifies Top 10 Scans Target Our Nation’s Seniors’. United States Senate. Special Committee on Aging.
¿Tienen derecho a una compensación por daños morales los ahorradores afectados por fraude bancario? Law&Trends. Por Luis Javier Sánchez