Fernando Zunuznegui
El robo-advice no es otra cosa que la automatización del asesoramiento. Tiene sus limitaciones y sus ventajas. Los robots son una herramienta de los asesores no su sustitución. No reemplazan al asesoramiento tradicional. Permiten extender el negocio a perfiles hasta ahora ajenos al asesoramiento.
Carece de sentido contraponer al asesor financiero con la herramienta con la que opera. Las máquinas son diseñadas y fabricadas por humanos. No tienen autonomía más allá del impulso que les traslada su creador. Del mismo modo que se invierte en la sucursal, por teléfono o por internet, también se puede recibir asesoramiento de forma presencial o a distancia, con el uso de máquinas. La utilización de robots en el asesoramiento es un gran avance que permite reducir los costes y ofrecer el servicio a la gran masa de pequeños inversores. Las grandes fortunas siempre han estado bien asesoradas. La novedad es el asesoramiento al minorista. Es cierto que no se puede comparar el asesoramiento presencial de banca privada con el que se ofrece por internet a través de un robot. Lo cual no le resta utilidad. La automatización permite extender el asesoramiento a clientes minoristas marginados hasta ahora por el coste del servicio. El servicio de robo-advice puede alcanzar a millones de personas y contribuir a la adopción de mejores decisiones de inversión. Con un cuidado acceso al perfil del cliente, una vez determinados sus conocimientos financieros, experiencia, situación financiera y objetivos de inversión, se puede recomendar a través de robots lo más conveniente para el cliente y dejar fuera lo que no le resulta idóneo.
Supervisión
El diseño de estos sistemas puede y deber ser controlado por los supervisores con el fin de evitar los conflictos de interés. La utilización de sistemas automatizados para recomendar adquirir productos propios debe quedar excluida. Deben extremarse las cautelas para garantizar un asesoramiento independiente.
Educación financiera
Las autoridades financieras y las asociaciones de consumidores deben educar a los inversores en el correcto uso de estos robots. Hay que saber que una cosa es la recomendación recibida y otra la decisión de invertir. La recomendación es una mera opinión a tener en cuenta al tomar la decisión. La decisión es del inversor y es el inversor quien mejor conoce sus necesidades. En caso de duda sobre la decisión de inversión siempre se puede acudir a la relación personal y directa con un asesor financiero. Con los robots no existe en la actualidad la interacción que podemos tener con un asesor personal. Por esta razón los asesores no deben sentirse amenazados por los robots. Son una oportunidad para alcanzar a la gran masa de inversores. Una vez establecido el contacto podrán prestar el servicio a través del robot o en persona. Siempre habrá clientes que quieran conocer al especialista que está detrás de la máquina.
Referencias
Debate sobre “Robo-advisors, Inteligencia Artificial y personas” en iAhorro