Comentarios de Fernando Zunzunegui para entrevista en Confilegal
Según un reciente estudio sobre criptomonedas encargado por la CNMV, cerca del 20 % de los encuestados ha invertido o piensa invertir en criptomonedas. Es un fenómeno preocupante desde la perspectiva de la protección del inversor. El desconocimiento sobre regulación es casi absoluto, aunque se perciba su riesgo, asociado al fraude o la volatilidad.
Según los datos de la encuesta el perfil del inversor en criptomonedas es un hombre, joven, universitario, urbano de alta renta, adicto a las redes sociales que invierte una pequeña parte de su patrimonio financiero cuando se producen caídas en el precio y que no cambia su conducta ante los avisos de riesgo de los supervisores. Una verdadera caricatura.
Con estos datos, el presidente de la CNMV perfila a este tipo de inversor como un apostante o jugador que conoce que son activos de riesgo sin regulación y que se une a la moda viendo el resultado aparentemente prometedor. En ese contexto considera que las advertencias de riesgos son entendibles, visibles y cumplen su función. Es una curiosa interpretación de los datos para seguir advirtiendo, informando, educando y apelando a la responsabilidad individual de los ciudadanos.
Para el presidente de la CNMV, la inversión en criptomonedas es una moda que tiene mucho que ver con la expectativa de obtener ganancias rápidas. Relativiza la dimensión del fenómeno comparándolo con la capitalización de las bolsas. Perder todo sería como una mala jornada en la bolsa. En su opinión, las criptomonedas no son activos, no contienen derechos ni ofrecen rendimientos. Las equipara a un negocio piramidal en el que su precio depende de que entren nuevos inversores. Es la historia de una burbuja financiera.
Pero con esta demonización poco se contribuye a la cultura financiera. Hay que tratar al inversor como un adulto. Las criptomonedas son fruto de la libertad de empresa y de la autonomía de la voluntad. No están prohibidas. Pronto estarán reguladas por un reglamento europeo. Son productos de alto riesgo que pretenden convertirse en una alternativa a la moneda oficial. Son algo más que un juego. Son una apuesta contra la soberanía monetaria. De ahí que proliferen las iniciativas de crear dinero digital por los bancos centrales. Es un fenómeno vivo y en desarrollo que merece ser respetado y disciplinado.
Muy buen artículo. Efectivamente, alguna criptomoneda llegará a ser verdadero dinero digital privado (una forma de dinero que jamás antes ha existido), una actual o una de nuevo cuño. Y es una inversión de alto riesgo sin la debida regulación, pero hablar de ellas de forma despectiva como «estafas», a mi modo de ver, refleja más ignorancia en el activo digital que conocimiento.
Otra cosa es que haya demasiados inversores que, sin saber ni qué es invertir, pretenden ganar dinero. Una cosa no quita la otra.
Muchas gracias Pau por tu interesante comentario