Vía ABC, Las Provincias, por CRISTINA VALLEJO
Los pequeños accionistas están ganando peldaños en la consideración de las empresas cotizadas. La crisis ha reivindicado su importancia en unos momentos en los que falta financiación y se busca, más que nunca, la fidelidad de los accionistas. Con la excepción de Atento, que Telefónica sacará a Bolsa sin reservar una sola acción para los pequeños ahorradores, la mayoría de las salidas al mercado que se han producido o están anunciadas tienen previsto colocar un tramo importante entre los pequeños inversores. Es el caso de Loterías, cuyo debut está previsto para octubre y que será la colocación más importante en España en los últimos años. Su presidente, Aurelio Martínez, ha anunciado que entre un 40% y un 60% de la colocación irá dirigido a los minoritarios.
En este ambiente van a acudir a la feria de la Bolsa, Bolsalia, más de 20.000 pequeños inversores, deseosos tanto de encontrar oportunidades en los mercados como de reivindicar su creciente importancia para las empresas cotizadas. Dada la situación de dificultades financieras y empresariales, el pequeño accionista se ha convertido en un valor que da equilibrio a las compañías y que viene demostrando desde hace mucho tiempo que es el más fiel a la hora de acudir a las ampliaciones de capital, lo que en estos momentos de escasez de dinero tiene un gran valor.
Sin embargo, los pequeños accionistas, aunque todavía no son muy conscientes de su creciente valoración, comienzan a reivindicarse ante sus empresas. Quieren, y cuentan con el apoyo de la legislación europea, tener mayor protagonismo en algunos asuntos de la estrategia de la compañía. Es el caso de la retribución de los consejeros y ejecutivos de las compañías cotizadas. Fernando Zunzunegui, profesor de Derecho Bancario de la Universidad Carlos III de Madrid, dice que es un cambio importante, pero sólo tiene carácter consultivo. «No está previsto qué decisión se tomaría si los accionistas no la aprueban», asegura.
Operaciones delicadas
Ángel Fernández, asesor de Asociación Española de Accionistas Minoritarios de Empresas Cotizadas (AEMEC), cree que es fundamental que la ley permita pedir responsabilidades a los gestores por sus decisiones, que sea posible acudir a los tribunales para que convaliden la legalidad de una operación. Hace referencia a operaciones de tomas de control, cambios en la gestión y en la propiedad. José Ramón Pin, copresidente del Foro del Accionista Minoritario, añade que «los accionistas minoritarios corren más riesgos en las operaciones complejas como fusiones y adquisiciones. Se deciden en círculos discretos que tienen una información de la que carecen los ‘minodispersos’. Lo que hace que puedan correr riesgos».
Los pequeños accionistas, a veces, sólo pueden votar con los pies, porque pierden en su conflicto con los gestores y con los accionistas mayoritarios, o con los dos confabulados. «Conscientes de su poca capacidad de influencia en el gobierno de la compañía, compran cuando están de acuerdo con la gestión y venden cuando no lo están», dice Pin.
Pero el pequeño accionista ya no está solo. Tiene ferias, como Bolsalia, donde reunirse y pedir cuentas a las compañías del Ibex que allí estarán presentes. Por eso, ya no es tan ‘minodisperso’, según la terminología de Pin, porque tiene la posibilidad legal de asociarse. Zunzunegui explica que ahora es obligatorio que las empresas creen un foro en el que puedan participar los accionistas para transmitir su opinión; además, la ley también permite la creación de asociaciones de accionistas para poder llegar a ese 5% del capital necesario (excesivo según Fernández en una compañía del Ibex) para, por ejemplo, introducir cambios en el orden del día de la junta de accionistas. Fernández, aunque valora los pasos que se dan, cree necesario un reglamento que defina los derechos de las asociaciones.
El éxito de estas propuestas, de momento, es muy limitado. Artur Callau, director de márketing y relación con accionistas de Criteria, apunta que sólo hay cinco inversores registrados en el foro de la compañía y que aún no se ha creado ninguna asociación de accionistas. Sólo una compañía del Ibex tiene; Iberdrola. «Lo que busca el inversor en una compañía es que la acción suba, que los resultados sean buenos, los dividendos, entender la estrategia y sentirse cuidado. Si la compañía cumple con ello, los inversores no sienten la necesidad de crear asociaciones», argumenta Callau.
La experiencia de Carlos Cortina, director de la unidad de relaciones con accionistas de Banesto, es muy similar. Y, en calidad de secretario de la Asociación Española para las Relaciones con Inversores (AERI ), cree que, en general, estas iniciativas están teniendo poco éxito «quizá, por desconocimiento, dado que el cambio legislativo entró en vigor el otoño pasado».
Núria Vilanova, presidenta de Inforpress, que, en colaboración con el IESE, realiza un informe anual sobre las juntas de accionistas, aporta otro dato preocupante sobre la participación de los pequeños accionistas; en 2010, la asistencia cayó un 3%, rompiendo una tendencia levemente creciente.
Aunque, según Vilanova, el objetivo de una compañía no debe ser que quede bien la foto de la junta. «La comunicación tiene que tener lugar durante todo el año. Las empresas piensan que la gente no tiene preparación para entender la información financiera. Pero lo que no tienen es tiempo. Por eso, las empresas deben divulgar, explicar. La formación es una de las mejores formas de comunicación con los minoritarios», señala. En Bolsalia, tendrá la oportunidad de reclamar esa formación.
Falta tradición activista
Varias razones para explicar la falta de tradición de las asociaciones de accionistas. «Se ha considerado que el accionista minoritario es abstencionista y sólo espera que su inversión sea rentable», apunta Zunzunegui. «Las posiciones de control en las compañías españolas son muy importantes, a diferencia de lo que sucede en Estados Unidos, donde se limita a un 5% o un 10%. De ahí que sea más fácil que surjan asociaciones entre un colectivo que es mucho más grande y que puede alcanzar más cotas de poder», añade.
Pero las empresas están haciendo todo lo posible por mejorar la situación. Carlos Cortina explica que dentro de AERI , que nació en 1991, se ha creado el año pasado un ‘Comité de accionistas’ que, entre otros proyectos, tiene en fase de estudio las mejores prácticas en la relación de las cotizadas con los accionistas e inversores. Y Juan Prieto, de la asociación de emisores españoles, apunta algunas iniciativas que han adoptado para mejorar la comunicación con los accionistas. «Ya hay grupos de identificación de accionistas, ahora posibles porque no hay límites en el acceso a los listados de accionistas», explica.
Cortina dice que Banesto, desde 2008, ya aplica el principio de una acción, un dividendo, un voto y que también ha puesto en marcha un ‘Club del accionista’ virtual. Y Criteria realiza ‘road-shows’ entre inversores y ha creado un comité consultivo formado por 17 accionistas que fueron los responsables de la fijación de un calendario para el reparto del dividendo y de la posibilidad de elegir si cobrarlo en dinero o en acciones. «De lo que se trata es de lograr una alineación de intereses. Porque la empresa es de todos», concluye Fernández.
Referencia
Hacia un asesoramiento financiero ideal (Una nueva relación con el inversor particular),
Presentación del Informe y Mesa Debate
En Bolsalia, Palacio Municipal de Congresos de Madrid (Sala Londres), Campo de las Naciones.
Jueves, 5 de Mayo de 2011, 16,30h
Para que los pequeños accionistas (aunque en conjunto posean más del 50%) tengan alguna influencia en la evolución de la empresa es necesario que sus derechos políticos no sean manipulados, por norma, por las entidades financieras depositarias de los títulos, pues siempre evertirán en el Consejo de Administración de la empresa al tramitarse el derecho de asistencia a la Junta.
Aún me duele el caso de la Junta que tenía que acordar la integración de Portland Valderrivas en FCC a un precio de OPA bajo, pues baja era la cotización en unos momentos de mínimos bursátiles… pero en los incios de cambio de ciclo, del boom inmobiliario.
Como se estableció una prima de asistencia, todos los accionistas no asistentes (la gran mayoría) dieron su tarjeta de asistencia, y su voto, a las financieras depositarias de sus acciones. Y éstas, a su vez, al Consejo de Administración, que tenía en la Junta una enorme minoría de asistentes, pero una suficiente cantidad de votos. El voto unánime de los pequeños accionistas presentes solo sirvió para el pataleo mudo. La OPA fue aprobada.
Y así, recuerdo una infinidad de casos.
La solución está en las leyes. Sin embargo, éstas las redacta el gran capital, no el pequeño, el pequeño accionista.
Saludos