Fernando Zunzunegui
La banca cumple una función esencial en la economía. Permite convertir el ahorro improductivo en recursos para la industria y el comercio. Canaliza el ahorro a la inversión. Se sustenta en la confianza que tienen los ahorradores en el sistema. Pero los excesos y malas prácticas, consentidos por las autoridades, han acabado por minar la confianza de los ahorradores. Los bancos ni siquiera se fían unos de otros. Su comportamiento es en estos momentos disfuncional.
¿Qué podemos hacer? Hay que diagnosticar la enfermedad y hacer un pronóstico.
La crisis ha sido causada por una separación de la actividad bancaria de sus bases fiduciarias. En lugar de servir a la canalización del ahorro a la inversión, los financieros se han dedicado a crear negocio con el fin de generar comisiones. La gestión del ahorro y del riesgo ha dejado paso a una inmensa maquinaria de creación y distribución de riesgo. Convirtiendo las finanzas en una casino en los cielos.
¿Qué hacer? Las ayudas a los bancos no son la solución. No resuelven el problema de la mala conducta. Son ayudas a fondo perdido.
Hay que intervenir. Los gobiernos deben reforzar la vigilancia, tomar el control de los bancos y restablecer la normalidad. No se trata de nacionalizar un sector de la economía. Basta con nombrar interventores, que como un alter ego del banquero, tutelen los intereses públicos y velen por el buen uso de los fondos provenientes de las ayudas públicas.
Durante el siglo XIX los Bancos de Emisión contaban con un Comisario Regio que velaba por la tutela de los intereses públicos en el ejercicio de las actividades financieras. Entre sus funciones destacaban las de presidir las juntas o realizar inspecciones. Podían incluso suspender la ejecución de acuerdos contrarios a los estatutos. En las actuales circunstancias está más que justificado el nombramiento de Comisarios Regios que protejan al sistema de la imprudencia o de la ineptitud.
Las ayudas a bancos y cajas en dificultades se deben condicionar a la presencia de interventores públicos en sus consejos de administración. De este modo sabremos cual es la profundidad del pozo en el que han caído las cuentas bancarias, para contribuir a su saneamiento. Sólo así podremos asegurar que las ayudas públicas se destinan a poner en marcha la financiación de empresas y familias.
El Banco de España tiene la potestad para nombrar este tipo de interventores. Casos como el desgobierno de Caja Madrid, o la fuga hacia delante del Santander, colocando a inversores minoristas todo tipo de productos estructurados, lo justifican. Dejemos que sean los propios banqueros quienes salgan de la crisis, pero mientras lo hagan con cargo al erario público deben hacerlo bajo la atenta mirada de estos modernos Comisarios Regios.
Tiene razon: seguir con los rescates bancarios simplemente traera mas rapidamente hiperinflacion al estilo de Alemania Weimar en 1923. Por eso, el economista fiscico norteamericano Lyndon LaRouche insiste: ¡A salvar al planeta ya!: UNA «GLASS STEAGALL» GLOBAL. Su documento con este nombre sigue:
8 de febrero de 2010
Para cualquier economista actual, realmente competente, en el basamento del sistema de tipos de cambio fijas del Bretton Woods de 1944 del Presidente Franklin Roosevelt estaba implícito un equivalente global a la reforma «Glass-Steagall». Fueron las acciones contrarias del presidente Harry Truman, hechas como concesiones a Winston Churchill y a Wall Street, a la muerte de Roosevelt, las que enviaron al mundo en bandazos, paso, tras paso, tras paso, en la dirección de la presente fase terminal de deterioro que ahoga al mundo hoy día.
La consecuencia final de las concesiones del gobierno de Truman a Londres y Wall Street es que, hoy, todas las recetas que conozco para un llamado «nuevo Bretton Woods», contrario a mis esfuerzos, son fraudulentas de hecho, haya sido o no esa su intención. Tal es el resultado hoy de la supresión oficial de la intención de Bretton Woods contrario a Keynes del presidente Franklin Roosevelt para el mundo de la posguerra.
Hoy, sin una reforma del tipo Glass Steagall, que prácticamente borraría los aspectos monetaristas de los sistemas de Londres y de Wall Street, las posibilidades de escaparse de una «nueva era de tinieblas», que ya se viene, a nivel planetario, serían virtualmente ¡de cero!
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El desempeño asombrosamente pobre del banco nominalmente español del imperio británico, Banco Santander, con sede principalmente en Brasil, la semana pasada, ha confrontado al sistema del euro como un todo con una crisis para la cual esa institución no tiene un remedio visible a la vista. Luego que se les acabaron todos los peros, las síes condicionales y demás fraseología disponible a los promotores de Londres, queda el hecho de que el presente sistema del euro no tiene remedio para su crisis existencial actual dentro de los obvios medios a la mano presentes.
De hecho, solo existe un remedio esencial, desbandar el sistema del Euro actual con sus reglamentos actuales, recientemente instalados. Regresar a una Europa de estados nacionales respectivamente soberanos, incluyendo pasos inmediatos para restablecer el marco alemán, y romper las condicionalidades que se le impusieron a Alemania bajo los términos intencionalmente ruinosos que le dictaron conjuntamente a Alemania los jefes de estado y gobierno Margaret Thatcher, el presidente Francois Mitterand y el algo simplón pero malintencionado presidente George H.W. Bush.
Estas y otras medidas específicas relacionadas requeridas para rescatar a Europa central y occidental de los fracasos actuales del dominio británico, no pueden tener éxito a menos que se someta a toda Europa Central y Occidental a un equivalente de la reforma «Glass-Steagall»diseñada en la era de Roosevelt de EU.
La revelación la semana pasada de los aspectos problemáticos de la mayoría de los activos del llamado Grupo Inter-Alpha, como el Banco Santander, muestra claramente que aquellas partes de las acreencias bancarias y relacionadas de las que ha dependido la supuesta fortaleza financiera del sistema del euro para su autoridad ha sido de una calidad similar o, probablemente, incluso mucho más pobre que aquellas de los E.U. en 2007-2010 bajo la mala dirección de los presidentes de EU George W. Bush Jr. y Barack Obama. La crisis de Europa que quedó al descubierto con los acontecimientos de la semana pasada en los entornos del medio ambiente del Grupo Inter-Alpha, es por su propia naturaleza, mucho menos manejable que para EU bajo su sistema constitucional.
Teniendo presente esos hechos concernientes a la situación financiera internacional presente, si el continente europeo regresara a una situación status quo ante, anterior a la instalación del sistema del Euro actual, como sería el restablecimiento del Marco alemán, un enfoque Glass-Steagall para las reformas ahí permitirían reformas financieras y económicas inmediatas en los sistemas crediticios, necesarios para lanzar la recapitalización agro-industrial de las economías de Alemania y sus vecinos continentales. De otra forma, sin una reforma al estilo «Glass-Steagall», llevada a cabo con el espíritu del enfoque del presidente Franklin D. Roosevelt, existen muy pocas esperanzas de que Europa en general pueda salir avante de la forma general de la crisis de desintegración económica general que ahora está juntando sus fuerzas para una desintegración general del sistema europeo existente.
Ha llegado el momento de dejar el cuero cabelludo apestoso del ex primer ministro británico Tony Blair, secándose con la brisa que rodea el asta de donde cuelga.
La opción esperanzadora
Durante mi videoconferencia internacional por Internet del 30 de enero, subrayé que los aspectos financiero-monetarios del presente desplome de la economía de la Unión Europea, está entrelazada con el desplome de la economía física de Europa central y occidental, debido, principalmente, a la influencia de las «políticas verdes». Puse de relieve el hecho de que, en cuanto al momento actual la economía de Europa se ha condenado por el efecto acelerador de las llamadas políticas «verdes» que se basan en gran medida en el culto demostrablemente fracasado del «calentamiento global», en tanto que las partes del mundo que han rechazado las llamadas «políticas verdes» se están beneficiando actualmente con las inversiones vigorosas en el progreso de la tecnología avanzada en esa infraestructura económica básica como el transporte masivo y las inversiones vigorosas en la energía nuclear.
Sin embargo, confío en que una vez que los ciudadanos de las naciones europeas reconozcan que el viraje a la tecnología moderna de inversión intensiva en capital, en la infraestructura económica básica, la industria y la agricultura, es la ola de un retorno al futuro, la «resistencia verde» a la supervivencia de Europa, «se desvanecerá» como «un soldado viejo».