Fernando Zunzunegui

Pandora13 150x150 Abrir la caja de PandoraLa quiebra de un banco regional en Estados Unidos no tiene por qué convertirse en un riesgo para el conjunto del sistema financiero. Pero en banca no hay problema pequeño. Está en juego la confianza de los ahorradores. Su voluntad se alimenta de las redes sociales. Basta un tuit mediático para encender la mecha. Los bancos, cualquier banco, hasta el más solvente, se encuentra por naturaleza en riesgo de quiebra. Emplean a plazo recursos disponibles a la vista. En horas, en minutos, ante la falta de confianza se pueden dar órdenes de traspaso de fondos que vacíen sus cajas. La fuga de depósitos puede hacer quebrar un banco regional y provocar un efecto dominó.

Silicon Valley Bank (SVB) además de regional era un banco singular. Se dedicaba a ofrecer servicios a las empresas de capital riesgo y en particular a las relacionados con las criptomonedas y otras innovaciones financieras. Se caracterizaba por mantener grandes depósitos y emplearlos en la compra de Deuda pública. Mas del 90 % de los depósitos superaban los 250.000 dólares, límite de la garantía de depósitos en Estados Unidos.

Con la subida de los tipos de interés, el valor de mercado de la Deuda pública que los bancos tienen en cartera se ha desplomado. Qué lejos quedan los tiempos en que la Deuda pública era considerada un activo sin riesgo. En el caso de SVB, ante pérdidas asumidas por la venta precipitada de parte de esta cartera y el posterior fracaso en la recapitalización del banco, cundió la desconfianza entre los grandes depositantes dando lugar a una fuga depósitos. En un par de días se retiraron 42.000 millones de dólares. Problema de liquidez y de insolencia, pues en banca la liquidez y la solvencia son vasos comunicantes. Ante estos hechos, FDIC, autoridad encargada de la gestión de las crisis bancarias en Estados Unidos, decide intervenir. Crea un banco bueno y garantiza los depósitos hasta la cobertura legal. Pero las presiones políticas y el deterioro de otros bancos regionales, lleva a calificar la crisis de SVB de “riesgo sistémico”, lo que habilitaba para extender la cobertura a la totalidad de los depósitos y añadir una línea de descuento de la Deuda en cartera por su valor nominal por importe de 25.000 millones de dólares. Una decisión controvertida, pues esta sobreactuación señala la debilidad del sistema bancario y hace aumentar la desconfianza. Para gestionar la crisis de SVB habría bastado con haber permitido acceder a la liquidez necesaria para superar sus problemas transitorios de liquidez. Un banco solvente debe tener abierto el recurso a la liquidez del banco central. La línea de descuento de Deuda que se aprobó a posteriori, tras declarar el carácter sistémico de la crisis, se podía haber activado con antelación, cuando se detectaron los primeros problemas de liquidez o la incapacidad de capitalizarse a través del mercado. Esta simple ayuda financiera habría calmado a los depositantes y habría evitado activar la garantía de los depósitos.

En la génesis de esta crisis hay una doble negligencia. La negligencia de los administradores de SVB que no han sabido gestionar el riesgo de la subida de tipos de interés sobre su cartera de Deuda y la negligencia de los grandes depositantes, empresas de capital riesgo del entorno de la innovación financiera que no han sabido o no han querido gestionar su liquidez. Al banco le habría bastado con la contratación de derivados o la diversificación de su cartera para gestionar el riesgo generado por las subidas de los tipos de interés. A su vez, los grandes depositantes podrían haber repartido sus depósitos entre distintos bancos o contratando títulos del mercado monetario para gestionar su liquidez. Hay también un problema cultural. Los protagonistas de esta historia participan de un espíritu innovador, alternativo, quieren situarse por encima de la banca tradicional. Se consideran intocables. Gozan del favor político. Pero son incoherentes. Siendo entusiastas del mundo cripto, detractores de los bancos centrales, enemigos declarados de la regulación, no han dudado, ante el riesgo de perder sus grandes depósitos, en solicitar el rescate por aquellas autoridades a las que vienen criticando. Cediendo a estas peticiones no justificadas, pues no estamos antes pequeños ahorradores sino ante empresarios de riesgo con recursos y capacidad de decisión, el Tesoro, la Reserva Federal y la FDIC decidieron rescatarles, aunque para hacerlo tuvieran que sobreactuar convirtiendo la crisis de un banco regional que nadie conocía en un problema de riesgo sistémico global.

Se había abierto la caja de pandora. Los analistas comenzaron a estudiar el balance del banco y sus problemas con la Deuda pública. Extrapolaron el problema de SVB al conjunto de la banca regional sin distinguir entre modelos de negocio y cifraron en más de 600.000 millones las pérdidas que podrían asumir los bancos en caso de venta precipitada de esta cartera. Un riesgo que también está presente en el balance de la banca europea de ahí el contagio, con caídas en las cotizaciones. En este contexto de crisis bancaria de importancia sistémica, siempre se lleva la peor parte el más débil. El foco se pone en quien arrastra problemas que no acaba de superar. En aquel que no es capaz de recapitalizarse. Credit Suisse ha sido el elegido.

Aquí la versión en inglés

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