Fernando Zunzunegui

bonoverde 300x168 El riesgo de desconexión de los bonos verdesLa Comisión Europea ha aprobado un Plan de Acción sobre finanzas sostenibles. Como primer paso se están definiendo las actividades sostenibles que merecen financiación. De este modo se podrán etiquetar determinados productos financieros como «bonos verdes» (Ecolabel). Pretende canalizar 500.000 millones de euros para financiar el desarrollo sostenible. Es un inmenso negocio financiero. Todos estamos de acuerdo en conservar el planeta. La cuestión es quien lo financia y a que coste.

Este plan cuenta con el fomento de las autoridades, la participación de los asesores financieros, el concurso de las agencias de rating, el compromiso forzado de los inversores institucionales, la flexibilidad en los requisitos de solvencia bancaria, la adaptación de las normas contables y el impulso del gobierno corporativo para cambiar una banca centrada en el corto plazo y la especulación, en una banca sostenible a largo plazo.

Es un plan que recibe de este modo todo el soporte institucional. Pero tiene dos «riesgos de desconexión» que distancian lo sostenible de lo financiero. Por un lado, el de las empresas cuyas actividades no sean consideradas sostenibles que por este motivo serán marginadas en su financiación. De hecho, se corre el riesgo de elaborar listas negras de empresas no cumplidoras. Esta desconexión de las fuentes de financiación puede ser fatal. Cuando un asesor pregunte a un cliente ¿Usted quiere invertir en bonos verdes o en empresas que están destruyendo el planeta? Ya sabemos cuál va a ser la respuesta. El resultado de ser incluido en la lista negra puede dar lugar a la exclusión financiera y a la quiebra.

Por otro lado, está la exclusión que afecta al inversor al cual se destinan los bonos verdes. Este tipo de etiqueta excluye el riesgo financiero. Es una etiqueta que se solapa y puede llegar a tapar el resto de la información del producto relevante para el inversor. Un bono verde puede ser además un producto complejo de alto riesgo, verde en lo sostenible y rojo en lo financiero. De hecho, el bono verde es un producto cuyo destino es financiar el cambio a una economía sostenible, objetivo a largo plazo cuya rentabilidad es social no financiera. Esta exclusión financiera afecta en particular a quien pretenda invertir su ahorro de jubilación. Le puede ocurrir que en 2050 haya contribuido al mantenimiento del planeta, pero carezca de recursos para subsistir. Está muy bien ser altruista, pero también hay que ser responsable.

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