Fernando Zunzunegui

banksp13 La traición del Banco de EspañaPara que en España algo exista nos lo tienen que decir desde fuera. El presidente de la Comisión Europea José Manuel Durao Barroso ha culpado al Banco de España de la crisis bancaria en España. Tiene razón. El Banco de España no ha funcionado ni como banco central ni como supervisor financiero. Permitió en la etapa de Jaime Caruana una masiva concesión irresponsable de crédito. Se sobreendeudó a los más vulnerables. Todo valía para obtener recursos mediante la titulización hipotecaria. Poco importaba la capacidad de reembolso del cliente. Ninguna pregunta sobre la dependencia de las sociedades tasadoras. Todo estaba atado y bien atado con nuestra legislación hipotecaria, la mejor del mundo. Teníamos el mejor supervisor del mundo, los bancos más eficientes y las cajas con mejor gobierno corporativo.

El Banco de España tenía buenos técnicos capaces de supervisar y de gestionar las crisis bancarias. Sabiendo cómo hacerlo no lo ha hecho. La responsabilidad es de sus órganos rectores capitaneados en la crisis por Miguel Ángel Fernández Ordoñez. Sus técnicos ninguneados huyen a Fráncfort para incorporarse al mecanismo único de supervisión financiera. Han sido años duros. De ver como se incumplían los criterios técnicos y eran sustituidos por los políticos.

El Banco de España se ha comportado como un siervo de la clase política. La mitad del sistema financiero estaba corrupto por el amiguismo y el clientelismo. Los partidos dominantes con sus organizaciones de clase ocuparon los órganos rectores de las cajas de ahorros en los años ochenta del siglo pasado y no los han abandonado hasta dejar las cajas vacías y quebradas. El Banco de España lo sabía y tenía le deber de actuar. Siempre ha tenido las competencias sobre la solvencia bancaria y sobre la intervención de entidades. La excusa de que la competencia era de las comunidades autónomas no sirve.  El Banco de España sabía que las cuentas no cuadraban. Ocultó al mercado la verdadera situación de las cajas. A través de las fusiones frías permitió que los gestores desleales siguieran al frente de las cajas y multiplicaran sus remuneraciones. Ante sus propios ojos permitió que se fijaran bonus y pensiones millonarias. En lugar de intervenir dejó hacer. Una traición que estamos pagando entre todos. Ocupar un puesto de responsabilidad y no ejercitar las potestades es muy dañino. Podían haber salvado un sector centenario. Nos habría ahorrado decenas de miles de millones de euros y la humillación de un rescate. Su inactividad se ha llevado por medio a las cajas de ahorros, ha contaminado al resto de la banca y se ha cargado la reputación del supervisor.

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