Fernando Zunzunegui

%name Asesorados con preferentesLas participaciones preferentes son productos financieros complejos de alto riesgo colocados en las sucursales de las entidades de crédito como una alternativa a los depósitos a plazo. Bancos y cajas las ofrecieron como si fueran renta fija con un cupón seguro, cuando en realidad se trata de renta variable con problemas de liquidez, cuya rentabilidad queda condicionada a la buena marcha del emisor. Constituyen recursos propios para la banca y deuda perpetua para los inversores.

Los ahorros de miles de familias han quedado perjudicados. Resulta triste pero puede ser justo. Las reglas del mercado dejan a su riesgo a los clientes de mala fortuna. Si se dejaron tentar por la rentabilidad, que ahora, cuando fracasan sus inversiones, no se quejen de haber perdido su dinero. Con la crisis también los que han invertido en acciones han perdido parte de sus ahorros.

¡Caveat emptor!, gritan los defensores del mercado en estos momentos de incertidumbre. Y así debe ser cuando el mercado funciona con transparencia, es decir, cuando el consumidor elige conociendo los riesgos. Pero las participaciones preferentes fueron ofrecidas con información engañosa sobre su rentabilidad y liquidez, ocultando sus riesgos. Nunca se informó de que eran híbridos con problemas de liquidez y rentabilidad condicionada a la obtención de ganancias.

Desde la banca se alega que si los clientes no sabían debían haber preguntado antes de comprar. Pero los clientes sabían lo que compraban, siempre según la información recibida de las entidades. Creían estar adquiriendo renta fija con unos cupones seguros, que en cualquier momento podían rescatar. Además era un producto preferente, adecuado a su perfil. Siendo así, por qué desconfiar de su banco de toda la vida, que había tomado la iniciativa de ofrecerles el producto. Con información clara sobre lo que compraban, renta fija con un cupón atractivo, no era necesario preguntar. O por reducción al absurdo, ¿cómo iban a hacer preguntas sobre conceptos técnicos que desconocían, como el carácter perpetuo o la rentabilidad condicionada? Sería como pedirle al paciente que pregunte al médico sobre su enfermedad, cuando sólo los síntomas pueden alertar de que algo va mal.

Y bien se cuidaba la banca de que no hubiera síntomas de la mala salud de las preferentes. El propio nombre resulta engañoso. Poco tienen de preferentes. Son productos subordinados. En caso de quiebra, sus titulares sólo cobran cuando han quedado satisfechos todos los acreedores.

Además, la banca mantenía liquidez de forma ficticia, recolocando las preferentes entre clientes y manteniendo, con la complicidad de la CNMV, la opacidad de AIAF, mercado de renta fija en el que se negociaban las preferentes. Precisamente ha sido la reforma de AIAF, a iniciativa de la Comisión Europea, lo que ha puesto en evidencia la situación de las preferentes. Al divulgarse precios y posiciones, los inversores han podido conocer que lo que habían comprado no era lo ofrecido. Han descubierto el corralito español.

España, mercado bancarizado
En su defensa, los bancos y cajas niegan que asesoraran a los clientes. Presentan a los clientes como expertos financieros que actuaban bajo su propio criterio, y que conocían lo que compraban. Pero no fueron los clientes quienes se interesaron por las participaciones preferentes. Fueron las entidades quienes diseñaron el producto para recomendarlo como conveniente al perfil del cliente. Este dato es muy relevante, pues de no haber mediado la iniciativa de la banca los clientes no habrían adquirido participaciones preferentes con el consiguiente perjuicio para sus ahorros.

España es un mercado bancarizado, en el que los clientes confían en el director de su sucursal como su asesor financiero. Se establece de este modo una relación fiduciaria entre el profesional y el profano. En ese marco, resulta desleal negar la existencia de una relación asesorada. Un cirujano jamás alegaría que el cliente se estaba operando a sí mismo en el quirófano. Sería negar su actividad. Esta falta deontológica merecería el mayor de los reproches. Sin embargo, la banca alega ser un mero nuncio carente de responsabilidad. Niega haber sido asesor de sus clientes en la colocación de preferentes.

Es la banca quien planifica la oferta de productos y recomienda las inversiones. Y lo sigue haciendo. En los últimos meses, la banca ha captado miles de millones de euros emitiendo pagarés. Son ofrecidos como una nueva alternativa a los depósitos a plazo, sin avisar de sus riesgos. No se avisa a los clientes de que los pagarés son deuda y, como tal, capital de riesgo que deberá asumir una pérdida en caso de insolvencia o rescate de la entidad emisora. Además los pagarés carecen de la garantía de los depósitos. Ante la pasividad de la CNMV cuando no hemos apagado un incendio nos surge otro.

Publicado en El Economista, en català:«Assessorats amb preferents», vía sirius.cat

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