Fernando Zunzunegui

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quien3 Se busca presidenteLa CNMV vive su peor crisis desde que fue creada por mandato legal en 1988. En su corta vida ha sido sacudida por la crisis de la agencia de valores AVA y remodelada tras el escándalo de Gescartera. De estas crisis salió fortalecida. Fue dotada de mejores medios y profesionales y de un reglamento de régimen interior análogo al del Banco de España. Por esta razón la crisis de Conthe no ha afectado al funcionamiento ordinario de la Comisión. El casco del buque resiste bien a la tempestad. Los problemas están ahora en el puesto de mando. Según ha informado Conthe en su comparecencia parlamentaria, determinados miembros del Consejo de la CNMV se han apartado en sus decisiones de las propuestas técnicas, atendiendo a instrucciones políticas. En concreto, pese a que el Comité Ejecutivo del organismo, siguiendo las propuestas de los técnicos, decidieron abrir expediente a Acciona y Enel por incumplir la normativa de opas, al anunciar una opa perturbando la opa de E.ON en curso, cuando se trasladó la decisión al pleno del Consejo, la decisión de la mayoría fue la de no actuar, y no abrir, por lo tanto, expediente sancionador a dichas empresas. Este hecho no es un mero fallo o discrepancia en el seno del Consejo del ente supervisor. Es, de confirmarse, una actuación contraria a la ley que debería determinar la inmediata dimisión de los consejeros implicados.

Ante las actuales circunstancias se impone la renovación del Consejo de la CNMV, con la amplitud necesaría para refundar la confianza y la integridad del mercado en el organismo supervisor. Hay que buscar presidente. La cuestión es determinar el perfil del candidato. No busquemos presidente entre las filas de las personas de confianza de los partidos políticos. Estás personas podrán ser buenos políticos o buenos gestores de empresas públicas, pero están inhabilitados para ser consejeros de una agencia independiente como la CNMV.

Lo que ha habido en la crisis de Conthe es una mala selección de personas, de las personas encargadas de tomar las decisiones en el organismo supervisor de los mercados de valores. Buscar un consejo equilibrado entre representantes de los partidos políticos no solucionaría el problema. Las fuerzas políticas deben por fin reconocer la necesidad y la importancia para nuestro mercado y su competitividad internacional de disponer de supervisores independientes que gocen de autoridad. Sólo así se podrá generar la seguridad jurídica necesaria para garantizar el buen funcionamiento del mercado.

Busquemos al candidato entre profesionales del mercado, con experiencia y desvinculados de los partidos dominantes, así como de los principales grupos económicos. Hay que evitar tanto la injerencia política como la captura del supervisor por los principales grupos económicos, y estamos pensando en la gran banca. De la buena selección depende en buena medida la suerte de nuestro mercado. Tanto los inversores institucionales internacionales como los inversores minoritarios nacionales desean poder confiar en un mercado en el que se respetan las reglas del juego y en el que el árbitro esté libre de injerencias políticas.

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